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viernes, 9 de diciembre de 2011

Minorías Étnicas en Ribera del Fresno en la Edad Moderna

ESTEBAN MIRA CABALLOS

Publicado: 09/12/2011 10:42 por Temas de Historia y actualidad en Historia de Extremadura
1
MINORÍAS ÉTNICAS EN TIERRA DE BARROS EN LA EDAD MODERNA1

Esteban Mira Caballos


1.-INTRODUCCIÓN

Dentro de las minorías étnicas hemos de distinguir simplemente a los marginados que, aunque libres, vivían en unas condiciones de desigualdad social, y a los esclavos. Entre los marginados vamos a analizar en esta ponencia a los libertos, a los moriscos y a los gitanos. Los estudios sobre estas minorías étnicas y, en especial, sobre los moriscos se han desarrollado notablemente en los últimos tiempos2. También se ha avanzado notablemente en el conocimiento de la esclavitud; atrás quedaron los pioneros trabajos de de Antonio Domínguez Ortiz, Vicenta Cortés Alonso, Alfonso Franco Silva y Manuel Lobo Cabrera, para dar lugar a un conocimiento más exhaustivo, enfocando la institución desde distintas perspectivas y a muy diferentes escalas geográficas3.
En el caso concreto de Extremadura, la investigación sobre la temática ha sido mucho más reciente. En 1987 se publicó un pionero trabajo sobre la esclavitud en la Extremadura meridional en la que su autor denunció la escasa atención que se había prestado a la institución hasta esos momentos (Cortés, 1997: 15). Sin embargo, desde entonces y, en especial, en la primera década del siglo XXI se han realizado numerosos trabajos que han culminado en 2009 con la publicación de la Tesis Doctoral de Rocío Periáñez sobre la esclavitud en Extremadura. En ella se recopila lo mejor de la bibliografía pasada y reciente por lo que remitimos a sus fuentes bibliográficas para evitarnos relacionarlas aquí. Ahora, bien, dada la extensión de la temática, la autora se centró en algunas poblaciones clave como Jerez de los Caballeros, Zafra, Llerena, Cáceres, Badajoz y Trujillo. Las alusiones a Tierra de Barros son meramente circunstanciales. Por tanto, quede claro que nuestro trabajo viene a llenar un vacío, pues hasta la fecha tan sólo contábamos con algunas valiosas páginas que Francisco Zarandieta le dedicó a la esclavitud almendralejense en los siglos XVI y XVII4.
La esclavitud fue una institución comúnmente admitida al menos hasta el siglo XVIII. Los propietarios eran con frecuencia personas acomodadas, sobre todo nobles, burgueses y miembros del estamento eclesiástico. Desde marqueses, a caballeros de órdenes militares, pasando por obispos, curas, frailes y monjas. El estamento eclesiástico participó activamente de la institución, aunque en su descargo hemos de decir que en aquellos tiempos la sociedad veía la esclavitud como una institución no sólo legal sino también legítima5.
En teoría estos esclavos tuvieron el status de cosas, siendo vendidos en los mismos mercados y ferias donde con frecuencia se hacían las transacciones ganaderas6. Obviamente a nadie le debe sorprender que la compra-venta se realizase con una pasmosa naturalidad, tratando a los esclavos como a animales o simplemente como si de bienes materiales se tratase. Nos sorprende a nosotros pero no a sus protagonistas en la España Moderna que muy al contrario lo interpretaban como algo no sólo legal sino también legítimo.
Sin embargo, en la práctica se les solía tratar bien, en unos casos por simple caridad cristiana y, en otros, por una cuestión de racionalidad económica, es decir por el deseo de no perder la inversión realizada. No ocurría exactamente así en su traslado a la Península, pues a los traficantes les salía más rentable dejar morir a una sexta o a una séptima parte del pasaje que alimentarlos adecuadamente durante la travesía.
El máximo esplendor de la institución correspondió a la segunda mitad del siglo XVI y al primer tercio del XVII, descendiendo notablemente en la segunda mitad del siglo XVII para convertirse en un fenómeno marginal en la siguiente centuria.

2.-METODOLOGÍA Y FUENTES
La comarca de Tierra de Barros abarca a una quincena de municipios, además de varias aldeas, a saber: Aceuchal, Almendralejo, Corte de Peleas, Entrín Bajo –Entrín Alto depende de ella-, Hinojosa del Valle, Hornachos, Palomas, Puebla de la Reina, Puebla del Prior, Ribera del Fresno, Santa Marta, Solana de los Barros –y sus aldeas, Cortegana y Retamal-, Torremejía, Villafranca de los Barros y Villalba de los Barros.
En esta ponencia aportaremos datos concretos sobre el fenómeno esclavista en esta comarca. Sin embargo, quede bien claro que este trabajo no agota las posibilidades de estudio ya que las conclusiones son de momento provisionales. Dos ideas han guiado mi investigación: primero, verificar si la amplitud del fenómeno esclavista estudiado para Almendralejo en los siglos XVI y XVII se daba en las demás villas de la comarca, especialmente en las más pequeñas. Y segundo, comprobar la presencia de otras minorías, especialmente de moriscos y gitanos.
Hemos estudiado los libros de bautismo prácticamente de todas las villas del área objeto de nuestro estudio, excepto de aquellas como Corte de Peleas o Cortegana, que no disponían de la potencia cronológica adecuada. En cambio, la consulta de los libros de matrimonio y de defunción ha sido de momento parcial. Asimismo, los protocolos notariales hemos comenzado a verlos pacientemente pero todavía nos quedan por delante meses –quizá años- de investigación. Como es bien sabido, la documentación notarial es de consulta obligada ya que nos ofrece una variada información que resulta clave para solventar los principales interrogantes planteados en esta investigación. En los registros notariales encontramos desde cartas de compra-venta, pasando por cartas de poder, testamentos, donaciones, dotes, inventarios, cartas de ahorría, etc. En definitiva, queda por delante un arduo trabajo que esperamos continuar en los próximos años.

3.-LA ESCLAVITUD EN CIFRAS ABSOLUTAS
Para el cálculo de los porcentajes de esclavitud hemos utilizado las series más completas, es decir, la que nos proporcionan los libros de bautismo de las distintas parroquias. La decisión está bien justificada: prácticamente todos los esclavos se bautizaban, salvo los que se compraban como adultos. En cambio, los libros de matrimonios son parciales porque abarcan menos cronología y porque eran muy pocos los esclavos que se desposaban. Los registros de defunción son igualmente incompletos por los mismos motivos: uno, su menor potencia cronológica, y dos, porque –como veremos- apenas aparecen reflejados la tercera parte de los esclavos que se bautizaban.
El volumen de esclavos en esta comarca es muy elevado. Sabíamos por los estudios de Francisco Zarandieta que Almendralejo en el siglo XVII poseía una de las tasas de esclavos más altas de Extremadura. Faltaba por confirmar si en los demás pueblos de la comarca se dieron cifras similares. La sorpresa ha sido mayúscula; pueblos con una población muy inferior al millar de habitantes en la Edad Moderna, Como Solana de los Barros, contaron con una proporción de esclavos similar y en ocasiones superior a la de Almendralejo. Y digo que sorprende porque, en teoría, es una premisa comúnmente aceptada que en los núcleos más grandes había mucha más población esclava, por la existencia de una pequeña élite nobiliar y eclesiástica. Ya veremos como en Tierra de Barros esto no era exactamente así.

CUADRO I
BAUTIZOS DE ESCLAVOS Y LIBERTOS
EN CIFRAS ABSOLUTAS7

POBLACIÓN
1ª m. S. XVI8
2ª m. S. XVI
1ª M. S. XVII
2ª m. S. S. XVII
1ª M. S. XVIII
2ª m. S. XVIII
TOTAL
Almendralejo
--
156
286
211
99
2
754
Villafranca de los Barros
2
266
233
165
65
12
743
Ribera del Fresno
1
199
120
90
130
0
540
Aceuchal
41
82
68
65
54
6
316
Santa Marta
--
17
42
34
56
2
151
Solana de los Barros
--
48
56
5
2
0
111
Puebla del Prior
--
14
10
30
30
4
88
Villalba de los Barros
16
--
35
1
7
2
61
Palomas
--
1
10
14
10
1
36
TOTALES
60
783
860
615
453
29
2.800

Como se puede observar en este cuadro, hemos registrado uno a uno nada menos que 2.800 bautizos de esclavos en toda la comarca. Es inútil intentar una secuencia por siglos porque, el hecho de no disponer de fuentes para la primera mitad del siglo XVI nos puede distorsionar la realidad. Ante todo debemos señalar la gran disparidad de resultados pues mientras en Ribera del Fresno, Villafranca de los Barros y Aceuchal el máximo se alcanzó en la segunda mitad del siglo XVI, en Almendralejo, Solana de los Barros y Villalba fue en la primera mitad del XVII, en Palomas en la segunda mitad de esa misma centuria y en Santa Marta en la primera mitad del XVIII. Globalmente, sí que estamos en condiciones de afirmar que la máxima intensidad esclavista corresponde al período comprendido entre mediados del siglo XVI y mediados del XVII, para disminuir sensiblemente en la segunda mitad del siglo XVII, más acusadamente en la primera mitad del XVIII y notablemente en la segundad mitad de esa misma centuria.
Por tanto, en líneas generales coincide con la dinámica esclavista extremeña. El matiz diferenciador de Tierra de Barros es que mientras en otras áreas, sobre todo en la provincia de Cáceres, encontramos en el siglo XVIII casi unaausencia de bautismos9, aquí y en el sur de Extremadura en general encontramos una notable actividad esclavista, al menos en lo que se refiere a la primera mitad de esa centuria. En total registramos en ese siglo 482 bautizos, destacando Ribera del Fresno con 130, Almendralejo con 101, Villafranca de los Barros con 77 y Aceuchal con 60. Bien es cierto que en la segunda mitad de la centuria la esclavitud se hizo rara tanto en Extremadura como en Tierra de Barros10. De hecho, en Ribera del Fresno se bautizó el último esclavo en 1749, en Palomas en 1753, en Almendralejo en 1759, en Villalba en 1768 y en Aceuchal en 1771.
Como ya hemos afirmado, el volumen de esclavos es especialmente elevado en Solana de los Barros al menos en comparación con su escasa población. Por poner un ejemplo comparativo, en Montijo con mucha más población que Solana se bautizaron en el siglo XVII unos 78 esclavos (Cortés, 1980: 4-6), mientras que en Solana fueron 61, es decir, tan sólo 17 menos. Veamos el porcentaje de esclavos bautizados con respecto a la población total.




CUADRO II
PORCENTAJE DE ESCLAVOS BAUTIZADOS
POR LOCALIDADES (S. XVI AL XVIII)

LOCALIDAD
S. XVI11
S. XVII
S. XVIII
% con respecto al
total de bautizados
Solana de los Barros
3,42
5,69
0,51
3,41
Villafranca de los Barros
6,81
5,00
0,61
3,04
Almendralejo
3,38
4,70
0,67
2,44
Santa Marta
1,47
2,99
2,19
2,38
Ribera del Fresno
5,28
2,77
1,04
2,26
Puebla del Prior
1,47
2,10
1,78
1,85
Aceuchal
2,80
2,61
1,32
1,81
Villalba de los Barros
5,51
1,43
0,45
1,22
Palomas
0,30
1,09
0,47
0,74
Porcentaje medio
3,38
3,15
1,00
2,33

La media comarcal en los tres siglos de Edad Moderna se situó en el 2,33%. Ahora bien, estos datos son bastante engañosos, pues si hubiésemos calculado el porcentaje sólo para los siglos XVI y XVII la media hubiese salido bastante superior al 3%. Y ello porque en el siglo XVIII, la población aumentó exponencialmente, mientras que la cifra de esclavos se redujo drásticamente en la primera mitad de esa centuria y desparecieron casi totalmente en la segunda. Conviene que comentemos varios aspectos del cuadro:
Primero, la esclavitud estaba generalizada en toda la comarca, tanto en las localidades medianas y grandes como en las pequeñas. Que villas de gran tamaño como Almendralejo tenían un alto número de esclavos es algo que ya sabíamos, lo que faltaba por confirmar es si también en los núcleos pequeños como Villalba o Palomas estaba también arraigada la institución. Queda verificado que localidades con un peso demográfico muy escaso también dispusieron de un porcentaje de esclavos elevado.
Segundo, la presencia de esclavos ofrece porcentajes muy dispares dependiendo de la localidad. En Solana de los Barros hemos verificado la existencia de un amplio fenómeno esclavista, suponiendo los esclavos bautizados nada menos que el 3,41%. Ahora, bien, el dato sólo se explica teniendo en cuenta que en esta pequeña villa, a diferencia de lo que ocurrió en el resto de la comarca, la población disminuyó drásticamente en el siglo XVIII, conservándose más o menos la población esclava, lo que a efectos estadísticos disparó su porcentaje de esclavitud. No obstante, si tomamos para Solana el período entre 1550 y 1700 obtenemos un porcentaje de esclavos del 4,4 cifra ligeramente superior a la de Almendralejo, aunque bastante inferior a la de Villafranca de los Barros. En Villalba de los Barros encontramos una presencia de esclavos muy notable en el siglo XVI, descendiendo drásticamente en las dos centurias restantes. Muchísimo menos esclavos había en la pequeña localidad de Palomas, donde estos suponen menos del 1 % de los bautizados, lo que nos está revelando la existencia de una reducidísima oligarquía esclavista.
El caso de Almendralejo es muy especial, pues Francisco Zarandieta calculó un 4,3% de esclavos bautizados para los siglos XVI y XVII (1993: I, 342). Ocasionalmente detectó picos de esclavitud más elevado, pues en un vecindario de 1665 se evidenciaba que los cautivos representaban nada más y nada menos que el 6,3% de la población (1993: I, 338). Guarismos que nos resultan muy elevados, muy cercanos a los de Sevilla capital, e incluso, superiores, como veremos, a los del arzobispado hispalense en su conjunto y a los de algunas localidades importantes del sur de Extremadura como Mérida, Zafra y Llerena. En Villafranca de los Barros, durante los dos primeros siglos de la Edad Moderna el porcentaje de esclavos bautizados con respecto a la población total se situó en torno al 6%. El porcentaje más alto de esclavos de toda la Comarca de Tierra de Barros y probablemente de toda la Baja Extremadura, sólo comparable con la propia capital Hispalense.
A nivel global la comarca presenta porcentajes inferiores a los de Lisboa12 y Sevilla13, similares a los de Andalucía14 en su conjunto, ligeramente superiores a los de otras comarcas de la provincia de Badajoz, incluida Zafra y Mérida15, y notablemente superiores a los existentes en la provincia de Cáceres16. Por tanto, quede claro que la esclavitud tuvo sus máximas cotas en la España Meridional, en una extensa área que incluiría buena parte de Andalucía y el sur de Extremadura, incluyendo, por supuesto, Tierra de Barros.
Y cuarto, observamos un hundimiento de la esclavitud en la segunda mitad del siglo XVIII, verificada en muy distintos puntos de la geografía española y extremeña. En la mayor parte de las villas y ciudades extremeñas en la primera mitad del siglo XVIII aparecen los últimos casos de esclavos. La media comarcal de población esclava bautizada en el siglo XVIII se situó en torno al 1%.
En resumen, el porcentaje medio de esclavos en Tierra de Barros estuvo por encima del 2% de la población total, con picos en algunas localidades del 5 y hasta del 6%. Este estudio confirma que en la Extremadura meridional y muy especialmente en la Comarca de Tierra de Barros, las cifras fueron muy similares a las del antiguo reino de Sevilla.
La sex ratio es favorable a las niñas, es decir, se bautizaban más niñas que niños. En Solana de los Barros la relación de sexos en el momento del bautizo era de 94,73 niños por cada 100 niñas mientras que en Villafranca fue de 94,4417. Y ello quizás porque se vendían más esclavas que esclavos, bautizándose muchos de ellos a edad adulta una vez los adquiría el dueño18.
Sobre el número de hijos por esclava, el estudio muestra las limitaciones propias de la fuente de información. En algunos registros no se cita el nombre de la madre, mientras que en otros casos las esclavas fueron compradas ya adultas por lo que es posible que hubiesen tenido hijos con anterioridad. Por tanto, los datos que vamos a comentar a continuación son sólo orientativos.
CUADRO III
ESCLAVAS O LIBERTAS
CON SEIS O MÁS HIJOS

ESCLAVA
LOCALIDAD
PROPIETARIO/A
HIJOS/ FECHA DEL BAUTIZO
Juana
Villafranca de los Barros
Pedro Gutiérrez
Juana (1558), García (1562), María (1572), Isabel (1574), Alonso (1576), María (1580) y María (1588)
Beatriz
Ribera del Fresno
Gonzalo Gutiérrez Hidalgo
Cecilia (1608), Lucas (1610), Alonso (1612), María (1614), Beatriz (1617), Catalina (1619) y María (1621)
María
Ribera del Fresno
Juan Martín Grajero, clérigo
Catalina (1565), Alonso (1567), Juan (1569), Isabel (1571), Pedro (1575), María (1576)
Ana González de Cabanillas
Puebla del Prior
José de Cabanillas
Pedro Pablo (1729), Julián (1730), María Antonia de los Santos (1732), Rosalía (1733), Bernabé Miguel (1739), Ángela Antonia (1744), Juan Manuel Antonio (1750)
Juana de Vera
Villafranca de los Barros
Juan López Lagos
María (1559), Ana (1562), María (1563), Ana (1565), Juana (1575) y Elvira (1579)
Catalina
Ribera del Fresno
Diego Ortiz, regidor
Isabel (1567), García (1568), Ana (1571), María (1571), Juan (1576) e Isabel (1578)
Juana
Almendralejo
Alonso Macías Nieto y su viuda Leonor Durana
Pedro (1570, Elvira (1572), María (1573), María (1574), Rodrigo (1576) y Francisco (1578)
Magdalena
Ribera del Fresno
Francisco Gallardo
Juan (1570), Leonor (1574), Ana (1577), Pedro (1579), Juan (1582) y Martín (1583)
Ana
Ribera del Fresno
Martín Domingo
Pedro (1573), Ana (1576), María (1577), Clara (1579), Francisco (1580) y Elvira (1583)
María Gómez
Villafranca de los Barros
Diego de Benavente
Juan (1590), Ana (1594), María (1597), Pedro (1601), Mateo (1603) y Francisco (1607)
Catalina
Villafranca de los Barros
Gonzalo Barragán, Clérigo
Ana (1594), Pedro (1597), Juan (1600), Elvira (1608), María (1611) y María (1613)
Feliciana
Solana de los Barros
Leonor e Isabel Durán
María (1601), Juan (1602), Alonso (1608), Andrés (1610), y Ambrosio (1612) y María (1617)
María
Aceuchal
Juan Vaquero presbítero
Juana (1609), Leonor (1612), Juana (1615), María (1615), Juan (1616) y Juan (11622)
Ana Morena, liberta
Puebla del Prior
--
María (1653), Esteban (1659), Lucía (1661), Juan (1664), Ana (1669) y María (1675)
María
Aceuchal
Licenciado Alonso Rangel Romero, presbítero
María (1680), Pedro (1683), Félix (1687), Pedro (1690), Atanasia (1693) y Carlos (1695)
Mariana
Puebla del Prior
Francisco del Toro Andrés y su esposa Mariana Mexía de Cárdenas
Jacinto (1680), Catalina (1683), Marcelo (1686), Diego (1688), María (1690) y Ludovico (1696)
Catalina
Puebla del Prior
Juan de Cabanillas
María (1707), Julian (1708) Ana y Santiago, mellizos (1709) y Josefa y María, mellizas (1713)
Esperanza
Villafranca de los Barros
Nicolás Vaca y Lira
Benita (1709), Josefa (1711), Jerónimo (1714), Micaela (1716), Manuela (1721) y Alonso (1727)
María de Toro
Puebla del Prior
Francisco de Toro Andrés
Juliana María (1718), José (1719), Manuel (1722), Andrés (1726), Julián (1730) y María Antonia de San Pedro (1731)

Hemos omitido las esclavas que tuvieron cinco o menos vástagos para no hacer la lista interminable. Pero los datos presentados en el cuadro III nos permiten hacernos una idea de la fecundidad de las esclavas que, cuanto menos, era similar al de las mujeres libres. En general, da la impresión que son muchas las que tienen al menos tres o cuatro hijos y no son infrecuentes las que tienen cinco, seis y hasta siete vástagos. Feliciana, esclava de Leonor y de Isabel Durán, vecinas de Solana de los Barros, bautizó nada menos que a seis hijos a lo largo de 16 años lo cual no era en absoluto excepcional. Otros seis dio a luz Juana de Vera, en Villafranca de los Barros, en un periodo fértil que duró los veinte años comprendidos entre 1559 y 1579. Algunas esclavas los parían a pares, mellizos o gemelos, como es el caso de Catalina, esclava de José de Cabanillas, que en 1708 dio a luz a dos mellizos, un niño y una niña y, cinco años después volvió a tener un parto múltiple, en esta ocasión dos mellizas, llamadas Josefa y María. Con frecuencia se bautizan con cinco o seis días de diferencia entre ambos debido al deseo de bautizar más rápidamente al más débil para evitar que muriese sin sacramentar. No obstante, los partos múltiples representan menos del 1% de los nacimientos. Lo que sí está meridianamente claro es que la mayor parte de las esclavas tenían dos o más hijos, siendo aproximadamente la cuarta parte de las esclavas las que tenían tres o más.
Muchas de ellas tuvieron una vida fértil muy larga. Daban a luz siendo muy jóvenes y prolongaban su actividad procreativa durante 15, 20 y hasta 25 años. Por ejemplo, la esclava María Vivas, propiedad de Juan Rodríguez Diosdado, vecinos de Santa Marta, nació en 1712 y tuvo su primer hijo en 1730, cuando contaba con 18 años de edad. Lo normal era que las esclavas comenzasen a procrear entre los 15 y los 18 años19.
Que hubo un aprovechamiento sexual de las esclavas es algo que está meridianamente probado, de ahí que los precios de algunas jóvenes se disparasen. De hecho, en un sínodo diocesano celebrado en Badajoz en 1671 se impusieron penas tanto a aquellos propietarios –seglares o laicos- que compraban esclavas para amancebarse con ellas como a los que consentían su amancebamiento para que procreasen nuevos esclavos. Por desgracia, también se preveía una condena de 60 días de cárcel para la esclava que permitiese dicho amancebamiento (Cortés, 1987: 73). Lo cierto es que su uso sexual fue frecuente, siendo muchos de sus vástagos hijos naturales de los señores, aunque muy pocos lo reconocieran (Periáñez, 2009: 312).
Mucho más controvertido es saber si se utilizaba su fecundidad para procrear nuevos esclavos. Se trata de un viejo debate historiográfico pues unos piensan que era rentable y otros que no, aludiendo a la alta mortalidad, al tiempo que la esclava debía estar sin trabajar y a la manutención del infante durante un largo período de inactividad20. Sin embargo, rentable o no, lo cierto es que en la Historia encontramos múltiples casos de irracionalidad económica; es más, la propia esclavitud era a largo plazo económicamente irracional e inviable. En Tierra de Barros hay sobrados indicios para pensar que los dueños, al tiempo que impedían los matrimonios de sus esclavos, sí que favorecían su fecundidad. Muchos se convirtieron en grandes propietarios gracias a que tuvieron dos o tres esclavas que procrearon tres o más hijos. Al final un propietario con tres esclavas en dos lustros se veía con una decena de esclavos. Curiosamente en Tierra de Barros encontramos algunos casos de esclavas que parían justo después que las esposas de sus dueños lo que, de acuerdo con mi amigo el investigador Camilo Domínguez, se debía a la intención de los dueños de garantizar la existencia de amas de cría para sus vástagos. Un recurso extremadamente duro, pues en caso de que la señora no tuviese leche, la esclava debía amamantar al hijo de su amo, a veces en detrimento de su propio vástago.
Otra de las cuestiones que podemos analizar a partir de las fuentes parroquiales es el de la estacionalidad en los nacimientos. A continuación presentamos una tabla con los bautizos por meses así como sus respectivos porcentajes:

CUADRO IV
ESTACIONALIDAD DE LOS
BAUTIZOS DE ESCLAVOS21

MES
1
2
3
4
5
6
7
8
TOTAL
%
Enero
15
11
6
13
75
3
43
18
184
9,48
Febrero
17
9
8
9
65
5
50
13
176
9,07
Marzo
9
15
4
8
67
3
48
20
174
8,96
Abril
3
9
2
3
51
2
32
13
115
5,92
Mayo
7
10
2
6
61
2
36
22
146
7,52
Junio
2
15
8
11
64
2
35
20
157
8,09
Julio
8
9
2
7
51
1
42
10
110
5,67
Agosto
11
12
8
4
60
5
46
22
168
8,65
Septiembre
10
24
4
8
62
1
52
21
182
9,38
Octubre
10
16
6
7
73
4
69
22
207
10,67
Noviembre
9
11
5
8
65
4
45
18
165
8,50
Diciembre
10
9
6
3
48
3
43
14
136
7,01
TOTAL
111
150
61
87
742
35
541
213
1.940
100,00

Es difícil encontrar similitudes entre unos pueblos y otros lo cual no es de extrañar teniendo en cuenta que en otras localidades extremeñas, como Mérida, ni siquiera coinciden las concepciones entre las propias parroquias22. Yo soy reacio a ver dinámicas que a veces nos empeñamos en encontrar los historiadores y que acaso nunca existieron. No obstante, quizás se aprecie una cierta tendencia a concentrar los máximos bautizos en septiembre-octubre y enero por lo que, teniendo en cuenta que el parto solía durar nueve meses y que por lo general los niños se solían bautizar –a diferencia de lo que ocurre en la actualidad- unos pocos días después de su nacimiento23, los embarazos tenían su máximo en diciembre-enero y en abril. Unas fechas que coinciden, las primeras con una disminución del trabajo agrario, y la segunda con el inicio de la primavera -por eso de que la primavera la sangre altera- y, asimismo, con el fin de la Cuaresma. Los mínimos se sitúan en meses tan dispares como octubre, julio y marzo. El mes de julio debido a la intensa actividad agraria, tras la recolección del cereal mientras que el mes de marzo coincide con la cuaresma, donde las recomendaciones religiosas no debían favorecer las relaciones sexuales. No obstante, no parece que influyan de forma decisiva las recomendaciones religiosas de abstinencia de la Cuaresma (marzo) y el Adviento (diciembre)24.
La onomástica la comentaremos a partir de los datos que presentamos en los dos cuadros que mostramos a continuación, uno con los nombres masculinos y otro con los femeninos.

CUADRO V
ONOMÁSTICA DE LOS ESCLAVOS25

Nombre
1
2
3
4
5
6
7
8
9
Total
%
Juan
6
13
6
18
35
47
47
1
20
193
17,46
Francisco
1
5
8
6
20
54
26
1
17
138
12,48
Pedro
4
9
1
4
23
26
24
2
17
110
9,95
Alonso
1
1
3
4
9
26
17
3
8
72
6,51
Manuel
1
1

2
5
39
7
--
1
56
5,06
Domingo
2
2
1
3
2
11
15
--
2
38
3,43
José
1
--

7
6
12
9
--
3
38
3,43
Sebastián
--
--
2
1
5
20
1
--
1
30
2,71
Diego
3
--
1
--
4
10
10
--
2
30
2,71
Antonio
--
--
2
2
2
12
8
--
1
27
2,44
Fernando
1
1
--
--
2
4
6
--
4
18
1,62
Miguel
1
--
1
2
--
7
4
1
--
16
1,44
Bartolomé
1
2
1
1
7
2
1
--
--
15
1,35
Antón
--
5
--
1
1
--
5
--
2
14
1,26
Esteban
1
1

1
4
3
2
--
--
12
1,08
Andrés
1
2
--
--
3
3
2
--
1
12
1,08
Jerónimo
1
--

2
2
4
1
--
1
11
0,99
Mateo
--
--

2
3
4
1
--
--
10
0,90
Lorenzo
--
--

2
1
1
2
1
1
8
0,72
Cristóbal
--
1

--
1
5
1

--
8
0,72
Agustín
--
--

2
--
4
1
--
1
8
0,72
Blas
--
1
1
--
1
1
2
--
--
6
0,54
Otros
17
9
2
11
21
62
74
7
32
235
21,26
TOTAL
42
53
29
71
157
357
266
16
114
1.105
100,00


Ninguna novedad ofrecen los nombres con los que se bautizan los esclavos de Tierra de Barros. Por establecer alguna comparativa, también en la localidad de Barcarrota los tres nombres masculinos más comunes entre los esclavos, con una pequeña variación de orden, eran Juan, Pedro y Francisco. Se trata de onomásticas de gran tradición cristiana, unas muy vinculadas al clero secular, como Juan o Pedro, y otras al regular como Francisco, nombre que encontró una gran acogida en la España Moderna acorde con la expansión de la Orden franciscana.

CUADRO VI
NOMBRE DE LAS ESCLAVAS26

NOMBRE
1
2
3
4
5
6
7
8
9
Total
%
María
12
31
10
39
49
139
87
8
33
408
36,07
Ana
5
5
3
10
19
52
27
1
6
128
11,31
Isabel
--
2
3
5
15
32
34
1
5
97
8,57
Catalina
7
6
4
4
7
29
29
2
5
93
8,22
Juana
1
1
1
1
7
15
4
1
3
34
3,00
Josefa
3
--
--
2
3
8
10
--
6
32
2,82
Leonor
--
1
1
--
6
12
6
2
3
31
2,74
Elvira
--
--
--
--
13
4
4
--
5
26
2,29
Magdalena
--
2
1
4
2
9
5
--
--
23
2,03
Inés
--
2
--
2
6
8
3
1
--
22
1,94
Francisca
3
--
2
1
2
6
1
1
1
17
1,50
Antonia
--
--
--
1
3
7
3
1
2
17
1,50
Olalla
--
--
--
--
4
--
1
--
3
8
0,70
Lucía
1
--
2
--
--
4
--
--
--
7
0,61
Marta
--
2
--
2
--
1
--
--
--
5
0,44
Otros
13
9
5
6
15
52
60
2
21
183
16,18
TOTAL
45
61
32
77
151
378
274
20
93
1.131
100,00


Tampoco en los nombres femeninos difirió mucho Tierra de Barros de otras localidades de Extremadura o de España. Los más usados fueron María, Ana, Isabel y Catalina, justo los mismos que en Barcarrota o en Mérida, también en esta ocasión con alguna pequeña variación en el orden27. Que domine el nombre de María no tiene nada de particular habida cuenta que era el más común de la España Moderna, tanto entre las minorías étnicas –negros, mulatos y moriscos- como entre la mayoría blanca. Obviamente, lo imponían los clérigos haciendo honor nada menos que a la Madre de Dios. En cuanto a Ana y Catalina estaban muy vinculados también a María, mientras que Isabel era un nombre de larga tradición castellana, especialmente frecuente entre las minorías étnicas desde tiempos de Isabel La Católica. Quizás lo único destacable son pequeños matices, pues los bautizos en parroquias dedicadas a una determinada advocación mediatizaban que se usara esa onomástica entre los bautizados. Por eso no tiene nada de particular que en la parroquia de Santa María Magdalena de Solana de los Barros encontremos más de una bautizada con esa onomástica, o en Villafranca de los Barros numerosas mujeres con el nombre de Coronada. También se aprecia en el siglo XVIII un gusto por los nombres compuestos que, obviamente, era una moda generalizada en la población que además se verá acentuado en el siglo XIX28
Para acabar con esta cuestión conviene insistir en dos aspectos: uno, que la onomástica de los esclavos no varió sustancialmente con la utilizada por la población libre. Verdaderamente los dueños no derrocharon imaginación, bautizando a sus esclavos con sus propios nombres y adjuntando en ocasiones su primer o su segundo apellido29. Y dos, que los nombres usados por los esclavos en Tierra de Barros no ofrecen prácticamente ninguna novedad significativa con respecto a los que recibieron los esclavos en otras localidades de Extremadura y de España30. No obstante, sirvan estas líneas para verificar algo que hasta ahora sólo era una fundamentada sospecha.


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