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domingo, 23 de diciembre de 2007

Una matanza en la iglesia del Cristo

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J.R. ALONSO DE LA TORRE
Una matanza en la iglesia del Cristo
Una matanza en la iglesia del Cristo
De derecha a izquierda, Isabel, Carmen, María del Carmen y Manola preparan los lomos del cerdo, en blanco con aceite y ajo, en una sala de la capilla del Cristo de la Misericordia
EL PAÍS QUE NUNCA SE ACABA Por J.R. Alonso de la Torre
En Ribera del Fresno hoy es sábado, la helada de la noche ha sido intensa y el pueblo se despereza precavido, como aguardando a que los rayos del sol derroten a la 'pelona'. «Este frío le vendrá bien a los chorizos», piensan los Pérez, los Suárez y los Sánchez. Estas tres familias andan en danza desde antes de las seis de la mañana. Hoy toca matanza y a las siete empezaron la tarea: sacrificaron tres guarros («por ahí arriba, por Cáceres, les dicen cochinos, pero aquí son guarros») y después, harán chacina para cinco casas.

En la Casa de Cultura, Manuela Campos espera los primeros visitantes del día. Concha del Barco, la directora del hogar de acogida de mujeres discapacitadas, ya está en su puesto y Dimitri y Yamba se desperezan tras dormir largo y tendido: hoy toca partido contra el Salvatierra, un equipo que les pisa los talones, y hay que estar descansados y en forma. Yamba es de Senegal y Dimitri, rumano, ambos juegan en la Sociedad Polideportiva Ribereña, un club de Primera Regional que más bien parece de la 'Premier League' por la mezcolanza internacional de su alineación.

«Buenos días, alcalde». Antonio Fernández es quien manda en Ribera del Fresno. Tiene 35 años, es químico, lleva cinco años al frente del pueblo y nos recibe en chándal rodeado de postales de Coup de Soup, Woody Allen y Picasso. «Es que aquí tenemos alcalde comunista, sabe usted», informan en la plaza principal. «Pero es muy buen muchacho», añaden en un acto reflejo marcado por atavismos antiguos: lo de ser comunista aún exige la aclaración de que no se trata de una perversión demoníaca.

A esta Plaza Mayor la llaman también Plaza de Rumanía porque al atardecer se juntan en ella medio centenar de rumanos a verse y a comunicarse mientras comen pipas. Porque en Ribera del Fresno están empadronados 70 rumanos y 15 senegaleses. El resto, hasta 3.621 habitantes, son 'nacidos y criados' y convierten el pueblo en la localidad extremeña más importante gobernada por Izquierda Unida.

Sin hoteles

«En este pueblo no hay un voto fijo. Desde 1979 han gobernado UCD, CDS, PSOE y ahora IU», aclara el alcalde. En el pueblo no hay grandes latifundios y la tierra está, en general, bastante bien repartida. «Habrá un par de casas grandes con cuatro o cinco empleados todo el año. Después tenemos cooperativas de aceite y vino, dos industrias, de montaje de placas, y lo que faltan son servicios pues aún no contamos con plazas hoteleras, aunque sí con 33 negocios de hostelería», detalla la primera autoridad local.

En el pueblo se nota vida y desarrollo. Quizás por eso atrajo a un grupo de inmigrantes rumanos que pronto fueron asimilados y parecen integrados. Llegaron en noviembre de 2004 y hoy están todos empadronados, con papeles y viviendas dignas. El origen de la inmigración senegalesa es más curioso. Eran diez componentes de un grupo folclórico de la ciudad de Ballifor que vivían en Barcelona ilegalmente. Allí conocieron en un festival a los riberenses de Valdemedel, el conjunto de folclore de Ribera. Entablaron gran amistad y Pepe Masa, director de Valdemedel y del colegio público y ex alcalde por el CDS, se preocupó de conseguirles en el pueblo piso y trabajo.

Hoy, los senegaleses están tan integrados que, siendo musulmanes, acuden a los entierros cuando la campana toca a difuntos, tienen novias locales y hasta participan en las procesiones, tocando los timbales, y en el equipo de fútbol, marcando goles.


Una matanza en la iglesia del Cristo
S.P. RIBEREÑA. Un club de rumanos, extremeños y senegaleses

Claro está que lo de los negros de Ribera no es una novedad. A este pueblo llegó en el siglo XVI un noble portugués llamado Brito, que trajo consigo esclavos de raza negra que se asentaron en una calle del pueblo. En ella está una iglesia cuyo retablo tallaron y de donde sale la cofradía del Santo Entierro. De ahí viene la tradición de los negros de Ribera pues aseguran que en el pueblo se distinguen fácilmente rasgos de esta raza en los vecinos. Medio milenio después, la historia se repite.

El pueblo es conocido por ser la patria chica del escritor Meléndez Valdés, del geómetra Alonso García Bravo, que diseñó los planos de Ciudad de México, y de san Juan Macías, misionero en Perú, al que se le conoce como el 'Ladrón del purgatorio' por su empeño en arrebatar almas purgadoras para llevarlas al cielo.

Pero quizás sea más importante que ese pasado de santos y nobles, un presente de convivencia sin xenofobia o de atención social a las mujeres mayores con discapacidad intelectual. Esta labor la llevan adelante en La Providencia, una casa de acogida perteneciente a la Institución Secular de Nazaret donde conviven todo el año 72 señoras mayores y 56 empleadas que las cuidan.

Concha del Barco Miranda es la directora de La Providencia desde 1983. Llama a las internas 'las niñas' y coordina la labor de talleres variados y actividades continuas. Recorriendo las instalaciones, 'las niñas' se acercan a saludar y cuentan que son de Alcuéscar, de Feria, de Alburquerque, de Cáceres... De Extremadura entera.

La Providencia sale adelante gracias a importantes subvenciones de la Junta, ayudas de entidades como la Caixa o donaciones de personas anónimas o de personajes populares como el torero Miguel Ángel Perera. Algunas internas solo tienen a sus cuidadoras como única familia. Otras vienen a desear buenos días y a comunicar que están muy contentas porque se van a casa en Navidad. Maribel, que es cuidadora desde hace diez años, resume la esencia de su trabajo: «Cuando entras aquí, te olvidas de tu familia, de si es día de fiesta... Esta es tu segunda casa y tu segunda familia».

Cerca de La Providencia está la Casa de Cultura de Ribera. En ella hay cafetería, salas de trabajo, museo y un centro de interpretación. Manuela Campos enseña el edificio, que en su tiempo perteneció a Alegría Vargas Zúñiga... Bueno, en el pueblo todo el mundo la conoce como doña Alegría. Fue donada en 1991 por José María Vargas Zúñiga... También don José María.

Los marqueses y el don

Resulta curioso que en los folletos riberenses, los escritores o escultores que aparecen (Álvaro Valverde, Juan Meléndez Valdés o Pedro Roldán) se citen sin tratamiento, pero los marqueses lleven el don respetuoso. Quizás sea ese juego formal lo que favorezca una relación cordial y fructífera entre el alcalde comunista, las instituciones eclesiásticas y esa vieja nobleza extremeña para la que Ribera del Fresno fue algo así como su Marbella del siglo XIX, adonde venían a pasar temporadas de asueto.

Manuela te lleva de sala en sala por la antigua mansión de doña Alegría y te narra anécdotas curiosas como la de que se quiso casar con su hermano Rodrigo para no dividir la herencia, pero no pudo al no conseguir dispensa papal, contrayendo nupcias con su primo Joaquín Álvarez del Vayo, hermano del ministro de Estado de la II República, con quien se hablaba de usted y al que encerraba en una alacena para que no se fuera de cacería. Leyendas y sucedidos como la canción que Ribera dedicó a coro al dictador Primo de Rivera (Jerez de la Frontera, 1870) cuando vino de visita: «Bienvenido sea, don Miguel, a este pueblo, que lo vio nacer».

Pero el día avanza y los Suárez, los Sánchez y los Pérez ya tienen colgados los chorizos, salpimentados los salchichones y guisado el relleno de las morcillas de lustre. Son 25 personas trabajando: suegras y consuegras, hijos, nietos, primos... Se animan con migas y bizcochos, con croquetas y sardinas, con cordero en caldereta y pollo en pepitoria.

Aunque lo más llamativo de esta matanza es que los cerdos se matan y los lomos se embuten en una iglesia del siglo XVI, que fue desamortizada y pasó a manos del bisabuelo de Antonio, el jamonero de los Suárez-Pérez-Sánchez. Aún se distinguen las pinturas del retablo de esta capilla del Cristo de la Misericordia. Los chorizos cuelgan bajo la cúpula, los jamones reposan en la sacristía y todo se confabula para llenar de encanto este lugar de un país que nunca te acaba de sorprender. Ribera del Fresno.

REGIONAL
Isaac Peral, la Obregón y Cosme de Médicis
23.12.07 -
En un interrogatorio de la Real Audiencia de 1791, se recoge esta frase del encuestador: «Solo me he encontrado con tanta casa palaciega en Llerena y Ribera del Fresno». Han pasado más de 200 años, pero las calles de Ribera del Fresno siguen tan repletas de casas nobiliarias como cuando habitaban en la villa 22 estirpes de alcurnia mayestática. En una de ellas se alojó, entre 1890 y 1895, el inventor del submarino, Isaac Peral, que acudió a Ribera para instalar unos generadores de su invención en la fábrica de luz y harina y luego los colocó también en la harinera de Villafranca. Esa casa acaba de ser comprada por el onubense Manuel Jesús Rodríguez López y el italiano Domenico d'Eusanio con el fin de instalar en ella un hotel y un restaurante basados en la filosofía del 'slow food', es decir, la comida lenta, gustosa y placentera. Otra mansión, la Casa Gragera, tenía una magnífica fachada plateresca, que en los años 30 fue vendida, según parece, a Hearst, magnate de la prensa norteamericana que inspiró a Orson Welles la considerada mejor película de la historia del cine: 'Ciudadano Kane'. El intermediario fue un comerciante extremeño llamado Antonio Gómez del Castillo, que también estuvo a punto de vender el convento de Calera de León, que finalmente se salvó. En una casa noble de Ribera del Fresno, la del vizconde de la Montesina, se alojó en el siglo XVI el príncipe italiano Cosme de Médicis. Actualmente está en venta el magnífico palacio de Quintanilla, que atesora una colección de trajes de época (es considerada la segunda mejor de Europa tras una de Oslo) seleccionada por el equipo de la película 'Titanic' para copiar los diseños. Por el palacio se interesan y lo han visitado, según sus dueños, desde Ana García Obregón hasta el torero Pepín Liria. En el pueblo se dice que piden un millón de euros, negociables.