domingo, 24 de enero de 2010
EXTREMADURA BAJO LA INFUENCIA SOVIÉTICA (VII): RIBERA DEL FRESNO
XI.- Un cadete y un flecha salvan a los presos de Ribera del Fresno
Don Anselmo Castilla González, don Manuel Vera Prieto, don Carlos Álvarez del Barco, don Juan Gutiérrez Jiménez, don Manuel Gragera Vargas, don Juan Gragera de Castilla, don Luis Zambrano Blanco, don Mateo Suárez López, don Ventura Gallego Redondo, don Rafael Mestres Vital, don Lázaro Martínez Sánchez, don Julio Bazo Blasco, don Vicente Fernández Blas, don Manuel López López y don Juan Martínez Bazo, que son precisamente quienes me informan de la siguiente manera:
Villa
perteneciente al partido judicial de Almendralejo, con 5.000
habitantes, a 72 kilómetros de Badajoz y nueve de su más próxima
estación: Villafranca de los Barros. Sus producciones más importantes
son: cereales, vinos y ganados. Los campos de este término son
fertilizados por los ríos «Ribera de Bótoa» y «Matachel», campos en que
antiguamente alzábase el famoso fresno que, según cuentan los vecinos
con natural orgullo, despertó la admiración de la reina Isabel II.
Sesenta
y cinco personas que no comulgaban con las ideas disolventes, son las
que durante veinte días sufrieron prisión en esta villa, entre las que
figuraban los siguientes señores:
Don Anselmo Castilla González, don Manuel Vera Prieto, don Carlos Álvarez del Barco, don Juan Gutiérrez Jiménez, don Manuel Gragera Vargas, don Juan Gragera de Castilla, don Luis Zambrano Blanco, don Mateo Suárez López, don Ventura Gallego Redondo, don Rafael Mestres Vital, don Lázaro Martínez Sánchez, don Julio Bazo Blasco, don Vicente Fernández Blas, don Manuel López López y don Juan Martínez Bazo, que son precisamente quienes me informan de la siguiente manera:
Los grupos
escolares fueron los destinados a prisión, siendo de insuficiente
capacidad cúbica para el número de detenidos, hecho comprobado por
certificación facultativa, la que oportunamente fue presentada al
Comité rojo con las resultantes de caso omiso. Las «consideraciones»
tenidas a los detenidos iniciáronse con la prohibición terminante de
abrir las ventanas que, por estar al exterior, permitieran la
estabilidad atmosférica, por lo que se vició la atmósfera de los
insuficientes locales, ocasionando trastornos mentales en las personas
del señor cura párroco, don Rodrigo Vargas Zúñiga y don Juan Gutiérrez
Jiménez.
Los familiares que llevaban las
comidas eran objeto de los mayores insultos, siendo al mismo tiempo
efectuados minuciosos cacheos, tanto en las comidas, las que se
registraban con toda escrupulosidad, como las mismas personas, lo que
era llevado a efecto por dos milicianas de lo peor del Sindicato, las
que a su vez consolaban a dichos familiares con las siguientes
palabras: «De esta noche no pasan». «De madrugada le metemos a cada uno
un kilogramo de plomo en la cabeza».
Constantemente
hacían preparaciones propias para asesinar con objeto de hacerlos
sufrir doblemente; eran éstas restregar por el suelo, y junto a las
puertas de las prisiones, bidones de petróleo, como igualmente otros
simulacros por el estilo.
La noche del 5
de agosto tan decididos estaban a darles fuego, que hasta llegaron a
acercar al edificio un camión con los preparativos necesarios para el
fin propuesto; buena prueba de ello es el que al ser tomado dicho pueblo
por las fuerzas nacionales encontráronse en el Ayuntamiento grandes
paquetes de algodón y bombas de mano.
El
jefe local de Falange con anterioridad al movimiento, camarada Ángel
Sáiz Pavón, me informa que, siendo uno de los presos, el día 3 de
agosto, a las nueve de la noche, lo sacaron de la cárcel en compañía del
actual jefe local, camarada Carlos Álvarez del Barco, y los señores
don Vicente Fernández Blas y don Rodrigo Vargas Zúñiga, llevándolos a
una cárcel inmediata, donde los tuvieron hasta la una de la madrugada,
hora en que uno a uno los iban conduciendo al calabozo destinado a
oficina, y ante una mesa rústica y la triste luz de una vela, comenzaron
a hacerles absurdas preguntas relacionadas con el movimiento
nacionalista, y como nada podían contestar a tan estúpidas preguntas,
fueron amarrados en el citado calabozo, donde después de haberles dado
grandes palizas con porras de goma les sacaron al «Callejón de la
marina», lugar sito en las afueras del pueblo, continuando dándoles
golpes con las culatas de las escopetas, dejándolos completamente
extenuados, a pesar de lo cual los tuvieron incomunicados durante tres
días sin prestarles ninguna clase de asistencia.
La salvación de los presos
Quedaría
en el mayor misterio si no reseñáramos la causa por lo que no fueron
asesinadas las personas detenidas, cosa inexplicable al conocer los
instintos criminales de la camarilla roja local.
En
la actualidad es el pueblo íntegro el que comenta los motivos de la
salvación, y que no ha sido otro que el proceder heroico y decidido del
camarada de dieciséis años Antonio Gutiérrez Pavón, quien al observar
los comentarios entre los rojos, por los que se trataba por momentos el
asesinato de los detenidos, con verdadero riesgo de su vida hizo el
día 9 de agosto, en su atardecer, una estudiada y difícil salida de la
población, acompañado del flecha modelo Pedro López López. Estos se
marcharon al cortijo llamado «San Pedro», distante unos seis
kilómetros. Una vez conseguido sus propósitos de despistar, marcháronse
al pueblo inmediato de Villafranca de los Barros, en el que el mentado
camarada Gutiérrez dirigióse al capitán de la sexta Bandera del Tercio,
relatándole de manera clara y terminante lo que sucedía y haciéndole
ver el peligro que por momentos corrían las vidas de sus paisanos.
Capitán que, emocionado y con rápida resolución, redacta un oficio en
el que se dirige al alcalde Ignacio Caña Exojo, en cuyo texto
indicábale que a la menor lesión de cualquier detenido serían fusilados
por sus tropas, que de un momento a otro llegarían, hasta el último
familiar de todos los componentes del Sindicato. El documento en
cuestión es llevado por el joven falangista, para lo cual utiliza una
bicicleta, con la que huye por la carretera, sin temor al peligro,
entregando al alcalde el referido mensaje. Conocida la ridícula
cobardía de los de esta clase, es fácil hacerse cargo el efecto que su
lectura produjera (paseos a un lado y a otro, reunión de Comité,
misteriosos consejillos y exagerado temblor).
Alrededor
de la prisión concurrieron los familiares de los detenidos con
propósitos de evitar las consecuencias fatales que pudiera haber
proporcionado la decisión de los salvajes; pero muy pronto prodújose el
cuadro más emocionante e imposible de describir, al recobrar la
libertad con motivo de haber huido toda la guardia que custodiaban a los
repetidos presos y todos los individuos del Sindicato. El camarada
Gutiérrez, por su brillante proceder, es y será conocido en su
existencia por «el salvador de sus paisanos».
Como
dato curioso quiero hacer constar el procedimiento de que se valían los
detenidos para estar al corriente del curso del movimiento salvador.
Las noticias las recibían, según las lanzaba la radio sevillana, por
mediación de un hijo del jefe local de Falange, camarada Álvarez, niño
que sólo contaba unos meses, al que para satisfacer los deseos de su
padre, todas las tardes era llevado a la cárcel; y siendo este angelito
el único a quien dejasen entrar, era el utilizado para transmitir las
mismas. ¿Cómo? Siendo portador de una esquelita que, colocada por la
mamá bien en un patín o entre la fajita, daba a éstos tranquilidad y
consuelo.
Varios e importantes son los
edificios religiosos que existen en ésta, y valga en verdad que la
furia roja no acometió sobre ellos, si bien la parroquia estuvo
convertida en arsenal durante el dominio fatal.
Ignacio
Caña Exojo, Juan Delgado «el Tongo», Diego Matamoros Cachadíñas «el
Repulido», Francisco Hernández Sanz «Sierra», Manuel Tabero Toro
«Fatiga» y Álvaro Rosa «el Seco», fueron los más fieles cumplidores de
las órdenes del insano y corrompido Gobierno.En coche que me es
proporcionado por la Jefatura local de Falange, me dirijo en el
cumplimiento de mi misión al inmediato pueblo de Fuente del Maestre.
Tomado de: González Ortín, Rodrigo, Extremadura bajo la influencia soviética, Tip.Gráfica Corporativa, Badajoz, 1937, pp.97-103
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