Foto 1 de 17: Fachada de Posada Nostra, posada trattoria de Ribera del Fresno.. Fuente: ESPERANZA RUBIO. 21/10/2008
¿Qué es un retrete slow? Muy sencillo:
un cuarto de baño donde la tapa de la taza del wáter no hace ruido al
caer porque dispone de un mecanismo muelle que la deposita suavemente
sobre el borde. Lo slow es lo silencioso, lo tranquilo, la vida en calma
y alrededor de este concepto, nacido en Italia, se desarrollan
proyectos diversos, ya sea de alimentación, de hospedería, de mercados,
de degustación.
Uno de esos proyectos se inauguró hace 15 días en la localidad
pacense de Ribera del Fresno. Se trata de una posada-trattoria donde,
efectivamente, no hace ruido ni la tapa de la taza del wáter al caer. El
problema es que la burocracia turística de la Junta está anclada en el
siglo XX y no entiende estos conceptos tan modernos, que triunfan en
Europa, pero encuentran cortapisas en la región europea más slow.
Resulta que los dueños de este establecimiento lo han dotado de
tecnología wi-fi y cableado para recibir la señal de televisión y de
telefonía fija, pero no han instalado los televisores ni los teléfonos
mientras no los pidan los clientes. Quieren invitar a un silencio y una
calma que se romperían si en el patio se escucharan los chillidos del
teléfono o las histerias de Gran Hermano.
Foto 2 de 17: La cafetería de la posada.. Fuente: ESPERANZA RUBIO. 21/10/2008
Pues bien, el otro día apareció por esta posada rural la inspectora
de Turismo de la Junta y aprobó todo lo fundamental, pero argumentó que o
ponían teles y teléfonos en las habitaciones o no otorgaba las
encininas. En el país del silencio, el ruido es el lujo.
Pero antes de nada, debiéramos conocer a los promotores de este
concepto slow en Ribera. Se trata, en fin, de dos ciudadanos europeos
que no conocían Extremadura, han llegado aquí por azar, o mejor, por
Internet, se han enamorado de El País que Nunca se Acaba y han decidido
establecer en él sus negocios y sus vidas.
Foto 3 de 17: Detalle de la pared del comedor.. Fuente: ESPERANZA RUBIO. 21/10/2008
Estos promotores de la calma son Manuel Rodríguez, de Isla Cristina
(Huelva), y Domenico D'Eusanio, de Pescara (Italia). Se conocieron en
Barcelona hace 20 años, se asociaron y empezaron a trabajar en el mundo
de la moda italiana. Cuando llegaron Mango, Zara, etcétera, entendieron
que se acababa una época y decidieron abrir un negocio de hostelería en
el campo. Vieron en Internet una casa-palacio de 900 metros cuadrados
en Ribera del Fresno por la que les pedían lo mismo que en Barcelona por
un apartamento de 40, la compraron y descubrieron Extremadura.
«Al entrar por la calle del Cura, donde está la casa, nos fijamos en
dos detalles que nos encantaron: la educación de dos niños que nos
dijeron buenos días sin haberles hablado, algo impensable en una ciudad,
y la limpieza de las señoras, que baldeaban las aceras y la calle
delante de sus puertas», recuerdan la primera impresión.
Cambiaron la ciudad por el pueblo, el comercio por la hostelería, la
serenidad del mar por la serenidad de las llanuras extremeñas y
enseguida se aclimataron. Después comenzó la restauración exquisita y
mimosa de la casa y finalmente tomó forma la aplicación de su concepto
de vida slow aplicada a la comida: el slow food.
La filial extremeña
Este concepto es también una asociación extendida por todo el
mundo. A la filial extremeña, que preside Domenico, están asociados
personajes tan representativos de un estilo como Ramón, del restaurante
Altair; la pastelería Chocolate; Sole Ortega, de la Taberna de Sole;
Carmen, de Quintaesencia... Todos estos locales son de Mérida. También
están Felisa, del cacereño Paladar de Felisa; la Casa Bar de Zafra o
Rafa Roco, de Ribera del Fresno y socio de Capriex, asociación de
ganaderos del sector caprino extremeño.
Slow Food intenta incidir en todas las fases del proceso de la
alimentación: cultivo, ganadería, pesca, transformación de alimentos,
ecología, gastronomía... También en la alimentación de los niños. En ese
sentido, supervisan los comedores escolares de Granada y esa labor se
va a extender a toda Andalucía. La FAO los consulta para acciones en el
tercer mundo y también contribuyen al desarrollo de las zonas rurales.
Otra de sus facetas son los mercados de la tierra: ayuntamientos que
ceden un espacio durante un día gratuitamente para que los agricultores
de la zona vendan sus productos a los consumidores sin intermediarios.
Están implantados en Cataluña, Valencia, Navarra, Euskadi o Madrid, pero
no existe ninguno en Extremadura.
Domenico y Manuel llevan adelante la filosofía slow food en Ribera
del Fresno y su posada-trattoria Posada Nostra es una especie de
adelantada de la hostelería en calma y de la alimentación con productos
ecológicos.
Foto 4 de 17: La habitación de Ángela. Los cuartos
tienen nombres de las hermanas y madres de los dueños.. Fuente:
ESPERANZA RUBIO. 21/10/2008
Han huido no solo del ruido de la televisión y el teléfono fijo,
sino que han desechado el spa, la piscina o el ascensor, aunque sí hay
habitaciones accesibles. «Si la casa no tenía estos elementos, ¿por qué
se los vamos a poner ahora?». Las paredes mantienen su color blanco,
aunque la iluminación sea moderna, y el mobiliario huye de la
ostentación: es antiguo, pero sin alardes (ver más fotos en hoy.es).
Foto 15 de 17: Bóvedas antiguas del salón-comedor.. Fuente: ESPERANZA RUBIO. 21/10/2008
En el restaurante, no reponen mesas, es decir, dan solo una comida,
los platos se sirven espaciadamente, sin acosar al cliente para que
acabe... Todo despacio, despacio, despacio... «El otro día vino un señor
diciendo que le sirviéramos rápido, que se tenía que ir a Valencia. Le
respondimos que le podíamos preparar un sandwich, pero no platos porque
los hacemos al instante, sin agobios».
Han prescindido de cocineros de escuelas de hostelería y han
contratado como ayudantes a amas de casa con experiencia. «No hacemos
cocina de fusión ni de mezcla. Respetamos la cocina tradicional
extremeña y la de mi región, Abruzzo», comenta Domenico. «Reconozco el
mérito de los cocineros modernos, prosigue, pero están uniformando la
gastronomía y ya comes lo mismo en París, Milán o Cáceres. Alimentarse
es un acto cultural tras el que hay siglos de elaboración, es el vínculo
con la tierra».
Foto 17 de 17: Domenico con sus cocineras.. Fuente: ESPERANZA RUBIO. 21/10/2008
Entre esos platos tradicionales de Abruzzo, que prepara Domenico,
destacan los crepes gigantes enrollados y cortados en disco rellenos de
espinacas, parmesano, bechamel, jamón dulce, tomate y albahaca, la pasta
con judías pintas, el bacalao con pimientos a la brasa, el cordero con
guisantes, huevo batido con parmesano y ralladura de limón o los
rollitos de ternera rellenos de especias.
«Hay que tener cuidado con la pasta. A los italianos nos gusta al
dente y a los extremeños muy blanda. No la puedo poner con la dureza que
a mí me gusta, pero tampoco muy blanda, encontrar un término medio»,
aclara antes de desgranar sus entremeses: quesos y embutidos de Abruzzo o
pesto abruzzense que puede ser pescado con vino blanco y especias,
calabacines, pimientos, todo machacado y diferente del pesto genovés de
aceite de oliva, piñones, albahaca y queso...
Y los postres: costrata de mermelada, que es pastel de hojaldre con
mermelada o con crema y fruta fresca, pannacotta (nata cocida),
negretta, o sea, bizcocho de chocolate, o bizcocho della mamma. Todo
ello tomado con calma en un pueblo tranquilo a cuyo alcalde van a
proponer que solicite para Ribera del Fresno la condición de Slow City.
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